lunes, 2 de diciembre de 2013

Mondalindo, visita a los Dioses

Hoy el objetivo era conocer de primera mano,
unas viejas explotaciones mineras en Valdemanco.
Estas se encuentran en la vertiente del macizo del Mondalindo
que tira hacia Garganta de los Montes, y el puerto del Medio
Celemín.
Es una dura subida, hay que parar cada ciertos pasos en los
tramos finales de fuerte desnivel. El tabaco no perdona.
Las había oteado en una de mis visitas a los infernales túneles
del abandonado ferrocarril “Madrid-Brugos”.
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Me encontraba con fuerzas y animado, la noche anterior me
empaché de ajos macerados en vinagre para licuar la sangre.
Y de este modo la resaca la llevé mejor de lo esperado, eso sí,
era necesario tomar aire cada pocos metros, mientras el corazón
latía a trepidante ritmo.
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Ya en la cima, me dispuse a bajar por la vertiente poblada de pinos
del Regajo, cúspide sembrada de Antenas, paneles solares,
y aerogeneradores que cuando el viento zumba, se ponen a girar a
altas revoluciones produciendo un zumbido impactante.

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Bajé hasta el lugar donde están las viejas escombreras de explotación.
Aún si coges una piedra brillante, es posible ver betas del mineral de
plata en un estado grotesco.
Aquí, la tesitura se presentó complicada. Jodido era volver hacia arriba
entre tanto pedrusco rojizo, quizá sería mejor enlazar con la pista proveniente
de Garganta de los Montes y de este modo retornar plácidamente a Valdemanco.
Unos cojones, lo que he vivido hoy comparado con el Último Superviviente,
está a años luz. El descenso se cerraba, entre helechos, zarzas hijasdeputa
que me han jodido de lo lindo, y el temor a pisar algún aspid involuntariamente.
He tenido suerte de no ser mordido por ninguna víbora, que en estos terrenos
suelen estar presentes.
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Hubo momentos de pensar en no encontrar salida, en morir allí.
Dos o tres caídas con riesgo de luxación de hombro izquierdo y rodilla.
Cuando pisas entre maleza, no se ve que debajo puede haber una roca,
emplazada oblícuamente que es capaz de retorcerte algún miembro.
Los calcetines, han ido directamente a la basura.
Por fin alcancé la pista de tierra, me cago en mi puta calavera.
No vuelvo más, nunca más, y menos sólo.
Ha sido una experiencia fuera de este mundo.
Siempre voy a la montaña, no por el ejercicio en sí, más bien por
contemplar parajes espectaculares, por estar en silencio, rodeado
de los dioses de la creación que suelen morar por dichas latitudes.
Pero estar cerca de los Dioses, puede conllevar un precio.
Esa viejas minas, se las ha tragado la propia ley de la gravedad
sumado a fenómenos erosivos.
No merece la pena ver eso de nuevo, no hay nada, sólo escombreras
de piedra. El ser humano sacó tajada y se largó de allí.

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Todo terminó en el Hotel Mavi de la Cabrera, donde me trinqué
dos tercios de Budweiser, mientras miraba como meneada del culo
de un lado a otro Martina la Checa.
Y a casa a subirlo al blog, y luego quien sabe. Una ducha y a sobar.
Mondalindo ha quedado trillado, volveré cuando el mal tiempo haga
nuevamente acto de presencia, para regocijarme de los mantos
nubosos, los gélidos vientos, y sueños con serranas desnudas.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Rascafría – Puerto del Reventón – Puerto de Malagosto - Rascafría

Hoy 25/05/2010 por fin culminé la coronación del Reventón tras cuatro intentos fallidos por diferentes
motivos. De igual modo he llegado al Puerto de Malagosto guiado por el cordal de estos desabrigados montes
carpetanos, otro lugar que había fallado en coronar una ocasión. Una jornada agotadora, puedo
asegurar que terminé reventado y al llegar a casa los pies ardiendo, y después de la siesta apenas
podía mover las piernas para caminar. En total cerca de 6 horas de andanzas por ese “pelado” universo
serrano. Seguramente en siglos pretéritos, habría más trasiego. Hoy apenas me encontré a un par
de montañeros degustando suculentos bocadillos tras unas peñas en la cima del puerto, y a un grupo
de ciclistas de alta montaña que estaban coronando el Puerto de las Calderuelas.

Para explicar con todo lujo de detalles el recorrido, creo oportuno subdividir el trayecto en tramos,
puesto que el itinerario no tendría suficiente detalle en el servicio de mapas para mostrarlo al completo.

Tramos de la ruta: (Distancia total 27,8 kms)

  1. Rascafría – Puerto del Reventón (8,5 kms)
  2. Puerto del Reventón – Collado de la Flecha (3,25 kms)
  3. Collado de la Flecha – Puerto de las Calderuelas (2,7 kms)
  4. Puerto de las Calderuelas – Puerto de Malagosto (1,95 kms)
  5. Puerto de Malagosto – Rascafría, descenso final vibrante (11,36 kms)

 

1. – Rascafría – Puerto del Reventón

Comienza la etapa justo al lado de las piscinas y polideportivo de Rascafría, (1.175 mts) donde llegaremos
si tomamos la última calle del pueblo a mano derecha, según casi empezamos a coger
la carretera de El Paular. Basta seguir el letrero de “Polideportivo”. Por cierto, el año pasado
la piscina estaba cerrada a cal y canto, pero ahora están currando los obreros a destajo,
parece que este verano se podrá uno dar un baño a los pies de Peñalara.

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Aparcamos y pasamos la cerca metálica. Tomamos sendero PR10, buena pista.
Hasta que lleguemos a la zona de robledal de los Horcajuelos. Cuando salgamos
del espeso bosque, en la intersección con otra nueva pista, habremos subido ya algo más
de 300 metros.

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En la intersección seguimos de frente la rampa que se antepone a nuestra mirada.
Dejaremos el famoso Carro del Diablo, a nuestra izquierda, (a unos 30 metros).

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Seguimos tirando hacia arriba, los zig zags contínuos te hacen pensar en el desgraciado
que tuvo tanto acierto en poner nombre al puerto. Las vistas se tornan impresionantes
sobre el valle del Lozoya. Y el Risco de los Claveles con su impresionante estampa
preside el descalabro. Uno de los repechos más duros y largos (430 mts) se denomina
el Paredón. Otro gracioso, o mejor dicho, otro realista definidor.
Tenemos arroyos a dextra y siniestra de modo que podemos surtirnos de agua
si no somos demasiado escrupulosos. Siempre pensando que no hay ganado
aguas arriba claro.
En el Cancho de los Pobres, la pobreza salta a la vista. Piornos desecados, cero
árboles (el mal de altura), un pluviómetro ruinoso. La verdad es que estoy llegando
al final del Puerto y me siento bastante defraudado, 5 intentos, casi 75 kilómetros
para ver esto. Si, es la llanura segoviana, pero con una amplitud ridícula puesto que
nos encierra el Alto de los Poyales a izquierda, y el Pico Reventón a derecha.
Estuve por bajar a la fuente del Infante, 1,7 kms en dirección La Granja pero ya
en tierra de Castilla y León. Me dije, no, no tengo ganas de más subidas.
Luego sería peor porque alargué la ruta.

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2. – Puerto del Reventón – Collado de la Flecha

 

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Una vez en lo alto del puerto, y tras ingerir algo de alimento y líquido, y viendo que el terreno era
propicio por ser fundamentalmente llano, tiré dirección norte hacia el pico del Reventón. No sabía
lo que me esperaba, ni a dónde podría llegar. Pero me encontraba bien y era terreno desconocido para mí,
y complejo cuando uno acude en primera instancia por la cantidad de toboganes y desdoblamientos
presentes. Así que tomé el camino hacia el Pico Reventón. Nubes amenazan descargar, y Peñalara
comienza a cubrirse de un manto esponjoso. Ojito aquí con la niebla que te puede jugar una mala
pasada, menos mal que se puede guiar uno con la linde.

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Cuando llego al Cancho me veo en un compromiso. Para bajar al Collado de la Flecha hay que
improvisar a través de piorno de cierta altura. No me convence la idea, pero es la
única forma de seguir sin darse un rodeo de aúpa. Descenso a lo loco.

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En pleno Collado de la Flecha (y este nombre a que demonios de deberá, no he visto indios
ni al Séptimo de Caballería), me encuentro cantidad de escarabajos de llamativo color.
Sí, son escarabajos “tuning”….

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3. – Collado de la Flecha – Puerto de las Calderuelas

 

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Ahora toca subir de nuevo. A pesar de la apariencia, no se hace demasiado duro el ascenso.
Eso sí, desagradable nuevamente tener que ir entre piorno y matojo. A salto de mata.
Por fortuna llevo pantalón largo y creo que voy a llegar sin un sólo arañazo a casa.

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Continuamos el camino por el sendero PR32 hasta llegar al Pico de la Flecha que nos ofrecerá
impresionantes vistas a 360º.

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Aquí vemos el Alto de las Calderuelas, bajando llegaremos al Puerto de las Calderuelas.
Al fondo el Pico Nevero. Y en primer plano, el descenso por el camino PR35.

Abajo, descenso hacia el Puerto de las Calderuelas. Finca particular y algún que otro toro bravo suelto.


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4. – Puerto de las Calderuelas – Puerto de Malagosto

 

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Comenzamos de nuevo en llano para afrontar uno de los últimos repechos.
En la imagen inferior, subida por el puerto de las Calderuelas, y Peñalara al fondo.

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En el camino hacia Malagosto, compruebo que estoy sin agua y la paliza de 16,5 kms hasta aquí
bien merece un traguito, aunque no haya hecho nada de calor. De hecho voy con jersey
constantemente. Las paso canutas para colarme por la zona de las poyatas entre árboles
repoblados para encontrar un pequeño nevero en plena ladera escarpada y abismal.
Aparto la capa superficial, y voy rellenando la seca botella de escarcha de nieve. Al menos me
permitirá aguantar hasta que encuentre algún arroyo en el descenso. Maldita sed, siempre ahí
y todo por no cargar con una botella de mayor capacidad.

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Bajada final al puerto de Malagosto. Si hoy en día con buen calzado y comodidades es una
paliza de aúpa, no quiero llegar a pensar lo que sufrían en siglos anteriores cruzando estos
montes para alcanzar Segovia, con ganado y cargamentos. Una odisea.

5. - Puerto de Malagosto – Rascafría

Hora de bajar, ya no hay fuerzas y queda la hostia para llegar al coche. Aunque todo sea
descenso desde este momento, salvo un pequeño tramo desde Malagosto hasta las Poyatas.
Ni siquiera se si reandar todo el camino, me parece mucha paliza volver a pasar el Collado de
la Flecha. Ni hablar. Bajaré por la pista que desemboca en el campo de fútbol del pueblo
y que ya conozco. Además, se puede atajar en su parte final para evitar curvas estúpidas.
Se hace largo, mientras oteo unos ciclistas que suben por el puerto.

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Me estoy quedando sin agua, me la voy a jugar retrocediendo un trecho por si cae algo
de líquido en uno de los Arroyos de Entretérminos. Está todo más seco que la mojama.
En uno apenas se puede coger nada, en otro el chorro está escondido entre la maleza.
Maldición…, pero al otro lado de la pista me asomo y veo que si es posible. Caída libre.
Me lanzo con precaución asiéndome de los setos. La tierra cede a mis pisadas
y me apaño en pisar sobre cualquier pedrusco. Al final lo consigo, estoy en el reguero
llenando la botella. Esto es supervivencia. Lucha por la vida, uno hace lo que sea por
agua o comida en situaciones de necesidad.
Prosigo el camino ahora ya bien hidratado.

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En una hora y 20 minutos estoy abajo. Como he descendido por esta vertiente, tengo
que cruzarme medio Rascafría porque el coche está en la otra punta.
Los pies me están ardiendo, tengo sed nuevamente y algo de hambre.
Son las 15:20 y empecé a las 08:45, estoy molido. Me he pasado, me mola esto
de la montaña, pero no me van las palizas. Así estoy ahora, que me levanto a por un
vaso de agua y alucino en colores para dar 5 pasos.
Pero es importante quitarse espinas clavadas. Y el Reventón y Malagosto eran dos
de ellas, que me tenían ansioso. Ya he tenido el placer de visitaros lejanos y angostos
lugares. Y no me extraña que hayáis pasado a segundo plano como rutas de comunicaciones.

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Para finalizar, fotografía del viejo cementerio de Lozoya. ¿ Cuantos de sus escasos moradores
habrán sufrido en sus carnes la dureza de los puertos del Valle del Lozoya ?.
Seguro que a ellos ya les importa un pimiento, como a mí.